En principio se puede decir del lápiz que
es una herramienta de comunicación antigua, que tuvo como antecesor en los
remotos albores de la humanidad al dedo y hoy sigue siendo una extensión de la
mano y de la mente. La forma contemporánea más conocida del lápiz es la de un
cilindro o un hexágono alargado de 17 cm. de longitud y un diámetro de 0,7 cm. fabricado de madera tallada
industrialmente y pintada tradicionalmente de color verde o amarillo. El cuerpo
del lápiz suele poseer un anillo metálico en uno de sus extremos que mantiene
unidos al lápiz con una cabeza de borrador de igual diámetro y 1.0 cm. de
longitud. A su vez, el cuerpo del lápiz envuelve un cilindro de color gris
oscuro compuesto de grafito y arcilla denominado mina, utilizado para dejar una
huella oscura sobre amplia variedad de superficies, por lo regular más claras
que el gris del grafito (casi siempre de papel). Los lápices pueden dejar
huellas de una casi infinita variedad de tonos y grosores, dependiendo de los porcentajes
de grafito y arcilla utilizados en su fabricación así como de la presión
ejercida cuando se traza con ellos. El grosor de la mina y su dureza también
depende de los porcentajes de grafito y arcilla, tanto como de la finalidad
para la que fue fabricado. Según su uso, los lápices están clasificados en tres
categorías: blando, medio y duro. Los de la primera y segunda categoría son
utilizados principalmente para el dibujo artístico y los de la última
categoría, son destinados al dibujo técnico y la escritura. Los lápices están
identificados por una impresión (en ocasiones troquelada) sobre su superficie
en sentido longitudinal que contiene la marca y una nomenclatura universal que
indica la dureza de la mina. Dicha nomenclatura es la siguiente: 9H, 8H, 7H, 6H, 5H, 4H, 3H, 2H, H, F, HB, B,
2B, 3B, 4B, 5B, 6B, 7B, 8B, 9B, siendo los primeros los de mayor dureza y tono
más claro y los últimos los más blandos y
de tono más oscuro.
Desde el principio, el lápiz fue concebido
con una forma ergonómica que se adapta fácilmente a la forma de la mano humana,
aún cuando se le sujeta de diversas maneras dependiendo del fin que se persiga
con su uso. A pesar de que en la actualidad los computadores han ido
reemplazando herramientas venerables como el lápiz, éste sigue siendo un objeto
altamente estimado por los artistas por su capacidad para trazar con inmediatez
líneas de una extraordinaria plasticidad. Muchas de las grandes invenciones
humanas fueron apuntadas o bocetadas con un lápiz. A lo largo de la historia el
lápiz ha sido de gran importancia en el desarrollo del lenguaje y en la
expresión de multitud de ideas. Alguna vez Miguel Ángel (que fue un maravilloso
dibujante) observó que un bloque de mármol virgen era posible imaginar un
número infinito de formas en su interior y sólo había que saber quitar el
exceso para develarla. Parafraseando al
maestro italiano, podemos decir que un lápiz también contiene una parte
fundamental del universo y sólo tenemos que quitar la madera, exponer la mina y
liberar ese mundo de ideas y obras contenido en su interior.
Mariano
Esquivel.
Bogotá, Octubre de 2012
Bogotá, Octubre de 2012