al calor de la fragua
que ya se apaga
Cesen
de una vez para siempre
los golpes
que doblegan el metal
Cese
el martillo su eterno palpitar
Cese
su música de comunión
No
respire más el fuelle
No
más vapor de agua o aceite
No
más temple de corazón o de hierro
Duerme
por fin forjador
Duerme
corazón
fundido en la
piedra
Mariano
Esquivel, Carcas. 1994
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