viernes, 7 de diciembre de 2012





NARCISO


Para un alma eterna,
Cada piedra es un altar.

Caifanes.






Ya no podía ver el aire zumbando

Cruzado sobre la cabeza 

El viento tramando la voz del cielo

Ya no podía ver la sentencia hallada por azar del sol

En una piedra gastada por el agua

Pálida y pulida

Abrazada en el lecho antes ceniza y fuego

Había perdido el rostro reflejado

(disipado-despojado)

Espejo vivo que reveló la piedra eterna

Cifrada en las entrañas de la tierra

Para que fuera suya

Desde el principio

Supo el destino jeroglífico

Recordó un sueño invisible en la vigilia

Un ser mágico alejándose

Y una araña tejiendo en soledad su tela

Sintió la frescura del beso de la corriente

Sintió muchas veces esa alquimia de las palabras

Corrompiendo el universo

Y se dijo:

Ha muerto ya

Cuántas miserias juntas

Cuántas cosas

Y tantas que no sé





Mariano Esquivel
Caracas, 1996






















 



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