martes, 22 de enero de 2013


LA GEOMETRÍA OCULTA DE RICARDO LAVERDE



Una de las magias de la percepción humana consiste en la capacidad de vislumbrar un universo conceptual, estético e imaginativo a través de los intersticios de lo apenas sugerido. Como la música, como la poesía, la abstracción geométrica se mueve dentro de ese campo que comunica mucho más de lo aparente a la sensibilidad despierta. Si bien muchas obras de esta corriente artística son de manifiesta belleza a primera vista, el verdadero deleite estético se produce cuando el espectador entra en comunión con las sutilezas de su arquitectura visual y conceptual. Lo dicho coincide fielmente con las obras de Ricardo Laverde, que se muestran como una continua invitación a escapar de la contemplación pasiva. La belleza de estas obras es por demás obvia y funciona como un imán que atrapa con inmediatez el interés del observador, para luego seducirlo dentro del intercambio lúdico con el mundo que comunica. En estas obras, el uso del color produce reminiscencias del Neoplasticismo, pero pronto se descubre su “evolución”, su cercanía (no su tránsito) con el Cinetismo, cuando se descubren nuevos planos y volúmenes que flotan sobre el fondo con nuevos ritmos y formas geométricas u orgánicas que modifican el discurso general de la obra cuando el observador se desplaza para recorrerla. En las piezas de carácter escultórico el color es más austero, pero las transparencias iluminadas desde el interior crean formas luminosas repartidas en planos que podríamos llamar vertebrales y suscitan una magia difícil de trasladar a las palabras, pues su lenguaje estrictamente visual y espacial articula su dialogo directamente con sensibilidades propias del alma y las capacidades más abstractas del intelecto.

Al contemplar las obras de Ricardo Laverde, sentimos que ellas entreabren las puertas de un mundo que intuimos, pero aun no sabemos.

Mariano Esquivel, Bogotá 2012


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