PRESENTACIÓN A LA EXPOSICIÓN
MOLINO DE VIENTO
A Vanessa
La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertamos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o poco más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a lodos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio a Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
Miguel de Cervantes
Ciertos acontecimientos del arte y de la historia se arquetipan y el arquetipo se transforma con el tiempo modificando su valor simbólico. Imaginemos a Cervantes imaginando a su vez al escuálido Alonso Quijano soñándose a así mismo caballero andante y paladín aventurero. Pensemos que las lecturas de Quijano han sido las de Cervantes, derivando entonces el nostálgico héroe de la Mancha en alter ego de su autor, quien repetidas veces incluye su nombre entre los personajes de la obra, fusionando los planos objetivo y subjetivo de la narración, del autor, y de los sucesivos lectores. El mundo de lo cotidiano, en cuanto transcurrir estrictamente racional, suele adversar las esferas oníricas, las ficciones elaboradas, las fantasías desbordadas, (cuando no, se constituyen en su alimento); por ello, Cervantes, que conoció de cerca las miserias de su época y padeció la prisión de Argel y de su patria, sabía cuanto diferirían éstas experiencias, de los mitos caballerescos y las sagas heroicas de la antigüedad, ensayó por tanto un vínculo, un puente, y dio en forjar otra suerte de héroe, uno posible, veraz, (veraz, en cuanto paródico, ridículo e ingenuo), que fuese su contemporáneo, que recorriera iguales caminos y conviviera, acaso, con la misma gente; pero capaz de exorcizar el entorno y trastocar la vulgaridad cotidiana en refulgente épica ilusoria.
Recordemos ahora a Paolo di Dono, nacido casi doscientos años antes y llamado Ucelli. Entre las muchas anécdotas de su vida, fijemos aquella referida al ser taciturno amante de las aves, que llenó su casa de pájaros pintados a cambio de los que no podía cuidar; curioso de la naturaleza (un poco a la manera de Claudio Eliano), Uccello inventó o reinventó los animales que no conocía, creando así una zoología imaginaria. Nos cuenta Marcel Schwob que a Uccello "no le importaba nada la realidad de las cosas, sino su multiplicidad y lo infinito de las líneas; de modo que pintó campos azules y ciudades rojas y caballeros vestidos con armaduras negras en caballos de ébano que tienen llamas en la boca y lanzas dirigidas hacia todos los puntos del cielo". De manera que al asomarnos someramente a este Uccello, comprendemos como hace de la realidad un pretexto, pretexto poético, permisivo para su transmutación en otra, mas acorde con las necesidades del espíritu, mas cercana a una realidad idealmente modelada.
Dice también Schwob que Uccello conoció una muchacha llamada Selvaggia, de la cual, el artista sólo comprendió la conformación, la armonía sutilmente cambiante de sus líneas. Mientras ella simplemente lo amó, el interés de Uccello se volcó, no hacia Selvaggia, sino hacia la variedad de formas y actitudes que su cuerpo representaba; prescindió del ser particular y concreto, para desdibujarla y recrearla en nuevas formas surgidas del paraíso de sus obsesiones. Probablemente, tampoco la beatífica Beatriz del poema dantesco fuese a sus coetáneos lo que a la imaginación delirante y el amor desaforado del escritor florentino. De manera algo semejante (y quizá para mitigar las amarguras de su vida conyugal), Cervantes plasmó la idealización que el Quijote hizo de la humilde Aldonza Lorenzo, elevándola a símbolo justificativo de las proezas pretendidas por el caballero andante, sujeto romántico de los pensamientos del héroe, inspiración de valor y devoción; convertida instantáneamente de "moza labradora" a "Señora Dulcinea del Toboso".
El Quijote se vislumbra, pues, análogo de los personajes de la batalla de San Romano que pintara Uccello (símil de muchas de nuestras utopías); Cervantes lo concibe desgarbado hacendado alienado por la literatura épica; nosotros, en cambio, transcurridos más de cuatro siglos, los contemplamos desde el juego anacrónico de los arquetipos que transforman la realidad desde la realidad.
Consideremos por tanto, como solución del mundo “real”, cotidiano, objetivo, la siguiente alternativa: la imaginación, la fantasía, la proyección subjetiva, la soledad curativa: "Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, amores, tormentos y disparates imposibles; asentósele de tal modo la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo".
Mariano Esquivel, Caracas, Mayo de 1998
No hay comentarios:
Publicar un comentario